Pacto en la cumbre. Anaga, Tenerife |
-Sí que lo sé Seña Paula, cómo me voy a olvidar, después de la trastada que le hicieron a mi Juan, que abandonó la tierra y dijo, ahí te queda eso.
Por cierto mi niña, que bien te queda la rebequita roja... muy propia, hace juego con tu cara. Lo que yo te quería decir, Miguelina, es que te olvides de todo lo pasado, seamos buenas amigas y te vengas conmigo a la cooperativa y así, mangonear juntas los pocos cuartos que nos quedan. ¿ Qué te parece ?.
-Vale, Seña Paula, pero con condiciones... Tiene ud. que dejarle unas huertitas en Añaza, a mi amigo Julito y sus muchachos pa que se entretengan y, a mis compadres, unas cuantas bolsas de abono, de las que reparte el cabildo. ¡Aaaah!, y quítese el sombrero, mujer, pa que aparente más leída.
Vale, Vale... -¡ Lo que me pidas, mi niña! Todo sea por la cooperativa.
Esto si es un pacto como Dios manda, con luz y fotógrafo.