Taganana, vista desde El Bailadero. Macizo de Anaga, S/C de Tenerife |
En la geografía tinerfeña, Taganana es uno de los rincones más escondidos a pesar de estar cerca de la capital. Solo se descubre salvando las empinadas montañas de Anaga. Ello no fue óbice, para que fuera uno de los primeros enclaves en ser colonizados tras la conquista de la isla en 1496. Contaba con tierra fértil, abundante agua y sol, elementos que propiciaron cultivos como la caña de azúcar primero y posteriormente la vid, cuyos vinos, antaño convenientemente comercializados en Inglaterra y los Países Bajos, alcanzaron cierta notoriedad, con la consecuente prosperidad para el pueblo. Aun hoy los bancales que moldean las laderas, sus casas tradicionales en los lomos , sus iglesias y ermitas, así como el arte flamenco que guardan, son huellas que perduran de aquellos tiempos.