Amarrada

Marina en las Galletas, Arona Tenerife
Así transcurre el fin de semana, meciendome aburrida con mis compañeras de faena, sin intimidad y atada en corto al noray de aluminio del moderno pantalán y a una boya por popa. Y ahora,... este tonto dominguero con su digital al cuello, se queja de la falta de colorido.
Añoro el vaivén de las olas en noches de pesca de luna llena, añoro el zarandeo en frias jornadas mañaneras de marejadilla con la sentina anegada; incluso, añoro aquel alejado fondeadero de la playa y al chinchorrito acercarse por la proa, haciendome cos-quilla; ya nada es igual, reglas de la "marina", ni siquiera lo llaman puerto, todo ordenado, listo para la revista del patrón mayor.
Se ha perdido la belleza de lo distinto, de lo improvisado, del cabo holgado y trabado. Ya no está mi amiga Candela II con sus colores discrepantes, rojo vivo y blanco, alegre y divertida con la mar de fondo, cuando arremetía de empopada y me hacia saltar los remos,- se reía hasta el serio bermeano grandullón, ya... ya se ha perdido aquella libertad de antaño.