Fuegos de jùbilo

La ocurrencia del Barón de La Longuera
Cuenta la leyenda, que en 1765 en el Realejo de Arriba, pueblo al norte de Tenerife, el noble caballero Don Fran de Ruiz, Barón de La Longuera, casado con una hija de su vecino Alvar de la Gorvorana. Enviudó joven, al morir su tierna esposa María de la Cruz, en el domicilio conyugal de la calle de El Medio. Ocurrió días después de su boda...- hemorragia-, dijo el galeno. Tras el desgarro emocional que produjo el deceso, pasadas las exequias, el barón encargó al herrero de la Grimona, que le forjara una aldaba muy especial de su ocurrencia. Pensada como expiación adecuada a su rango, de tal manera que cada golpe del martillete le hiciera recordar su desolación y descuido. Una vez forjada, la mandó instalar en la puerta al piso alto balconado, en la casa de costa de La Rambla, donde pasaba días y meses de retiro al año, encerrado con su poesía y malvasía.

LA Rambla, junto al costa norte de Tenerife
Pronto corrió la fama de la ocurrencia del Barón. Primero su cuñada Catalina, después las vecinas, amigas de la difunta y sus criadas, casi todas de la cercana calle El Sol; todas querían aliviar al afligido barón, y para ello, nada mejor que visitarle con cualquier pretexto, y así, tocar la aldaba del barón. Por la intensidad sonora, adivinaba el motivo de las visitas y adecuaba su vestimenta o prescindía de alguna prenda, mientras distraidamente recitaba sus loas. Las malas lenguas que disfrutaron de sus caldos y conocieron bien su métrica, dijeron que ésta era tan hermosa como su ocurrencia.
La noche del 3 mayo 1770, dicen que maridos agraviados, arrojaron al barón por un barranco cercano, aun llamado de Ruiz. Otros... que Holgada, la yegua que montaba a pelo, lo desriscó. Lo cierto es, que esa misma tarde, hubo danzas y hogueras por ambas calles del Realejo de Arriba, dando origen a una tradición festiva, que se conserva hasta nuestros días, como fuegos de júbilo. La mayor exhibición de fuegos artificiales de Tenerife, protagonizada por las pirotécnicas Toste y Caballer, como expresión festiva de las calles El Medio y El Sol. Fiestas de Mayo de Los Realejos.